Capítulo 11

Comienzo esta publicación pensando en una persona que ha tenido una gran importancia en mi vida, el piloto Jorge Lorenzo, que para mí fue como un hijo durante el tiempo que conviví con él. Por ello, me gustaría abordar en esta publicación su evolución como deportista, como piloto y como persona, aunque estoy seguro de que las líneas que vienen a continuación no son suficientes para matizar cada detalle de una larga relación profesional.

Salvando la diferencia entre los resultados deportivos que Jorge y yo mismo logramos como pilotos a lo largo de nuestras respectivas trayectorias deportivas, naturalmente, cada uno a nuestra forma abrimos nuevos caminos para el motociclismo español.

Por mi parte, estoy orgulloso de poder decir que, en 1987, fui el primer piloto español de la era contemporánea de la competición en ganar una carrera internacional de 500, concretamente en el Campeonato de Europa. Curiosamente, aquel año precisamente nació Jorge, que en 2001 se convirtió en el piloto más joven del mundo en ganar una prueba internacional de motociclismo de velocidad, al hacerse con una victoria en el Campeonato de Europa de 125 con apenas 14 años de edad.

Jorge y yo también fuimos pioneros en la clase reina del Campeonato del Mundo de velocidad, cada uno a nuestra forma. Aunque mis compatriotas Juan Garriga y Sito Pons acapararon una gran atención en la categoría máxima de la época a partir de 1990, lo cierto es que yo fui el primer piloto español en tener un equipo propio de 500 ya en 1988, pilotando una Honda RS500 con motor de «dos tiempos» con el patrocinio principal de Ducados y Lotus. Aquella era una máquina completamente privada, dado que en aquel momento era muy difícil que un pil

oto español pudiera hacerse con una moto de fábrica o semioficial bajo la estructura de lo que hoy se conoce como un equipo satélite o independiente.
Mucho más trascendente ha resultado, con toda seguridad, que Jorge Lorenzo fuera en 2010 el primer español en ganar el título mundial en la nueva clase reina de los motores de «cuatro tiempos» en MotoGP. Gracias a los avances del motociclismo español entre mi etapa y la de Jorge, él logró su objetivo sobre una moto oficial de un gran fabricante japonés.

Recordados todos estos hechos, inicio este relato con el principio de nuestra relación. Recuerdo que todo comenzó cuando un día en el circuito de Jerez, viendo los entrenamientos de la Copa Aprilia Caja Madrid en mi tiempo libre, me llamó la atención un piloto que, aunque no era el más rápido y tampoco tenía una gran estatura, sí exhibía un pilotaje similar al de Max Biaggi por su finura y forma de trazar los virajes. Aquella sorpresa provocó que, al terminar la sesión, me dirigiera a su box con la intención de conocerle. Inicialmente me atendió su padre, Chicho Lorenzo, que le llamó enseguida y Jorge vino hasta nosotros con una actitud un tanto peculiar. Me lo presentó y le felicité por lo bien que lo hacía. Enseguida percibí una gran determinación en su mirada.

Al cabo de unos meses su padre me visitó en Monlau Competición y me contó los problemas que tenían para que Jorge pudiera seguir corriendo. Este deporte es muy costoso y eso lo saben muchas familias. En el primer momento le dije que no podíamos ayudarle por la cantidad de pilotos a los que ya estábamos atendiendo. Creo que eran doce los pilotos a los que dábamos soporte en aquel momento en diferentes categorías y campeonatos. Chicho me propuso que visionara una cinta de vídeo para comprobar cómo entrenaba Jorge en Mallorca.

Debo reconocer que, al llegar a casa, vi las imágenes en cuestión y me impresionó tanto que tomé la decisión de ayudarle. Fue entonces cuando realizamos un plan de trabajo con presupuesto ilimitado por parte de la empresa para su formación, no sólo como piloto sino también a nivel de estudios. En este punto debo decir que su padre decidió no seguir con la enseñanza, lo que ocasionó que tuviéramos que sobrellevar la situación con apoyo de profesores particulares. También quisimos sensibilizar a Jorge sobre la necesidad de la lectura para su formación y, afortunadamente, tengo que reconocer que engullía casi literalmente los libros. Ahora, cuando le escucho hablando en televisión, me gusta comprobar lo bien que le ha ido también en ese aspecto, ya que siempre muestra una gran riqueza de vocabulario.

Llegados a este punto, tengo que confesar que me gustaría plas-mar en un libro de forma más profunda la experiencia de mi vida, un espacio donde, por ejemplo, en el que poder abordar los detalles de una relación profesional de once años con Jorge que creo puede resultar muy interesante para los entusiastas de las carreras. Mientras espero anunciar un proyecto de semejante calado en un plazo razonable de tiempo, a continuación, quiero llamar especialmente la atención sobre los pasos que se dieron desde el comienzo para que Jorge pudiera finalmente convertirse en piloto de MotoGP.

Nuestra vinculación comenzó en sus dos primeros años en la Copa Aprilia-Caja Madrid, en las categorías de 50 y 125 cc. Lo cierto es que Jorge consiguió ganar casi todas las carreras en que participó, así como los dos campeonatos. El Campeonato de España fue el objetivo en las dos siguientes temporadas, el primero pilotando una Honda RS125 y luego en el Campeonato de Europa, en el que tuvo que esperar a cumplir los 14 años de edad para debutar. Cuando por fin lo hizo, con la campaña ya iniciada, hizo su aparición ganando su primera carrera. Aquel hito le convirtió en el piloto más joven del mundo en ganar una prueba internacional de velocidad.

Gracias a la confianza del italiano Giampiero Sacchi, uno de los mejores managers que he conocido y responsable en aquel momento del equipo Derbi-Caja Madrid, Jorge entró en las filas de este para participar en el Campeonato del Mundo. Entonces volvimos a tener que esperar a que Jorge cumpliera los 15 años para debutar sobre una montura que aún se encontraba en proceso de desarrollo.

Sin embargo, ni siquiera esa circunstancia evitó que Jorge ter-minara ganando su primer Gran Premio del Campeonato del Mundo en una inolvidable carrera en Brasil a finales de la temporada de 2003, una prueba que tuvo adelantamientos espectaculares en un grupo de pilotos que luchaba por la victoria y en el que también estaban Casey Stoner, Dani Pedrosa y Andrea Dovizioso, entre otros pilotos rápidos de aquel momento. Una carrera que vio nacer la expresión de ataque «¡Por fuera!» que acompañó a Jorge durante el resto de su superlativa trayectoria deportiva.

En el tercer año de su trayectoria mundialista tuvo la oportunidad de correr con la casa madre de Aprilia, cuya máquina ofrecía mayores garantías de luchar por el título mundial, pero se decidió seguir con Derbi por la confianza que habían desarrollado con Jorge desde el principio, ya que pienso que es de bien nacido ser agradecido. De todas formas, tengo que decir que, en mi opinión personal, si hubiera corrido con Aprilia, no dudo que hubiese conseguido ganar el título.

Al finalizar el tercer año con Derbi, Jorge se incorporó al Team Fortuna Honda en la que era la anterior clase intermedia de 250 (denominada Moto2 desde 2010), donde tuvo a Héctor Barberá como compañero de equipo. El segundo año cambiamos con ambos pilotos a Aprilia y se nos asignó el equipo de fábrica con el que Jorge consiguió su primer título mundial de 250 en 2006.

El segundo año, en 2007, ya como único piloto del equipo y con el contrato cerrado con Yamaha fábrica para dar el salto a MotoGP, Jorge retuvo el título de 250. Esta operación tuvo una buena gestión, ya que, incluso siendo piloto de Aprilia, la marca italiana nos permitió que Jorge pudiera tener una toma de contacto con la Yamaha de MotoGP a puerta cerrada en el circuito de Almería.

En el primer año en la clase reina de MotoGP, casi al final de la temporada, se rompería mi relación profesional con Jorge. Aquel fue un momento crítico que trataré con mayor profundidad en el último capítulo de estas memorias. Aun así, creo que sería en el futuro proyecto de publicar un libro contando mi historia completa, donde tendré espacio suficiente para desvelar un montón anécdotas de nuestra relación en el plano deportivo y personal que estoy seguro los lectores encontrarían muy interesantes.

Quiero finalizar esta publicación hablando de mi mejor amigo en el paddock del Campeonato del Mundo. Raúl Romero es más que un hermano para mí, más allá de la admiración que tengo por él por cómo empezó con el equipo BQR. Los únicos avales que tuvo para ello fueron su enorme capacidad de trabajo, su empatía con la gente y, sobre todo, un gran corazón como ser humano. Puede que haya personas que no estén de acuerdo con esta afirmación, pero yo sé que iniciarse en un mundo complejo como es el de las competiciones de motor, y más sin haber sido piloto, no es una tarea fácil.

En su trayectoria en el Campeonato de España consiguió un buen número de títulos con distintos pilotos que posteriormente llevó al Campeonato del Mundo. Por otra parte, llegar al Mundial de MotoGP y mantener tantos años la estructura de Avintia Racing, os aseguro que tampoco es fácil. El presupuesto necesario para mantener una estructura de semejantes características arroja unas cifras que no dejan a uno dormir tranquilo.

Esto sólo lo sabe la persona que haya pasado por ello. Por esta razón, para mí, su trayectoria tiene todo el mérito que he mencionado. Seguramente, Raúl es de las personas que merece un homenaje especial por todo lo que ha logrado. No puedo dejar de agradecer, al mismo tiempo, que en una mala época de mi vida me alertase de la gravedad de la situación, intentando que reaccionara. Pero reconozco que, entonces, era difícil ayudarme.

Pasados ya bastantes años de aquellos momentos, quisiera reiterar que Raúl siempre me ha ayudado cuando lo he necesitado sin dejar de mostrarme un cariño digno de un hermano de verdad. Termino este relato deseándole paz, felicidad y éxito en todos los proyectos que emprenda como el gran empresario que siempre ha sido. Gracias por estar siempre ahí, Raúl.

Esta foto simboliza la atención que le prestamos a Jorge desde el principio con nosotros, junto a mi mecánico de confianza Edual Noé.

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